Si estás embarazada o acabas de ser mamá, probablemente hayas oído hablar de la diástasis abdominal. O quizás no te suena ni remotamente. En cualquier caso, en este post voy a contarte qué es exactamente este problema, qué cosas podemos hacer para prevenirlo y cómo enfrentarnos a ella si la padecemos.

Diástasis abdominal. Mucho más que un problema del embarazo.

Los rectos abdominales son los músculos más superficiales de la pared abdominal. Son dos, derecho e izquierdo, y están unidos entre sí por una delgada tira de tejido conectivo llamada “línea alba”. En ocasiones puede producirse una separación de ambos rectos, generando una lesión en estas fibras de tejido conectivo. Digamos que la línea alba “se da de sí” y a partir de ahí, los músculos abdominales derecho e izquierdo ya no consiguen conectarse.
Esta disfunción es muy habitual durante el embarazo (se calcula que alrededor del 70% de las mujeres embarazadas la presentan en el último trimestre). Pero también puede aparecer por otras causas, como un mal entrenamiento abdominal, por obesidad o sobreesfuerzos repetitivos.

¿Y de qué forma afecta a mi salud?

La musculatura abdominal tiene una función fundamental en el mantenimiento de la estática del tronco, sirve para proteger nuestra columna vertebral y ayuda en la transmisión de presiones hacia el periné, ejerciendo de “amortiguador” natural. Además, al situarse en la pared anterior del abdomen, también funciona como sostén de las vísceras, facilitando el buen movimiento y funcionamiento de estas.
Cuando aparece una diástasis abdominal, el abdomen no puede realizar correctamente estas funciones, generando en ocasiones problemas asociados como dolores de espalda, disfunciones de suelo pélvico (incontinencias, prolapsos, etc) o malestar intestinal, sensación de hinchazón, tránsito lento y gases.
Por otro lado, una diástasis abdominal tiene también un impacto estético. Sabemos que la presión sobre nuestro cuerpo es todavía un muro que derribar y que lo recomendable sería centrarnos en mejorar nuestra salud y no tanto la estética, pero la realidad es que, a veces, esta presión es demasiado fuerte. La sensación de “tripa hinchada”, en ocasiones incluso la apariencia de embarazo meses después de haber dado a luz, pueden generar incomodidad con el propio cuerpo y problemas de autoestima que afecten a la salud mental de las mujeres que la padecen.

¿Se puede prevenir?

Te cuento unos pequeños consejos que te ayudarán a prevenir la aparición de la diástasis abdominal:

  • Vigila tu postura, también cuando vayas a realizar un esfuerzo (cargar un peso, mover un mueble, toser o estrnudar). Procura mantener tu espalda erguida. Si estás embarazada, levántate y acuéstate siempre de lado.
  • Exhala al realizar un esfuerzo, preferiblemente por la boca.
  • Revisa tu entrenamiento. Introduce ejercicios de tonificación de la musculatura abdominal profunda y restringe la realización de abdominales tradicionales, sobre todo si estás embarazada o presentas algún otro factor de riesgo.
  • Corrige el estreñimiento y los gases. Los pujos defecatorios pueden ser muy lesivos tanto para la pared abdominal como para el suelo pélvico. Además, los gases distienden el abdomen, dificultando que la musculatura se contraiga correctamente.

¿Cómo puedo saber si tengo diástasis?

Hay un sencillo test que puedes realizar para autoexplorar tu abdomen e identificar si tienes diástasis.

  • Si estás embarazada: túmbate bocarriba con las rodillas flexionadas y los pies apoyados. Levanta la cabeza como si fueras a incorporarte, realizando una contracción abdominal. Si tu tripita se eleva en forma de pico, se trata de una diástasis de rectos.
  • Si no estás embarazada, túmbate en la misma posición. Coloca una mano detrás de la cabeza y la otra en el abdomen, con las yemas de los dedos por encima y por debajo del ombligo. Eleva la cabeza realizando un abdominal tradicional. Trata de introducir las yemas de tus dedos en la línea alba. Si existe diástasis, encontrarás una hendidura entre ambos músculos. Cuanto mayor es la distancia entre ellos, mayor es la diástasis. Consideramos que a partir de dos dedos ya es patológico.

De todas formas, en caso de duda recuerda que puedes consultar con tu fisioterapeuta de confianza para que te haga una valoración profesional.

¿Y si tengo diástasis, qué hago?

Si tienes diástasis, debes saber que un seguimiento profesional es la mejor forma de ponerle solución. Acude a tu fisioterapeuta para que te oriente y acompañe en el tratamiento. Los casos más graves deben ser tratados mediante cirugía, aunque lo más habitual es que sean abordables desde el ámbito de la fisioterapia.

Además de todas las medidas preventivas de las que hablamos en párrafos anteriores, el tratamiento de la diástasis está orientado en la reeducación de la musculatura abdominal. Tu fisioterapeuta te enseñará a activar la musculatura profunda del abdomen, revisará el estado de tu diafragma y te enseñará técnicas para normalizarlo.

Es recomendable que realices deportes específicos que pueden ayudar a cerrar la diástasis, como los ejercicios hipopresivos, pero siempre bajo supervisión, para asegurarte de que realizas la técnica de forma correcta.

El trabajo de reeducación puede ser largo y algo pesado, pero con un buen acompañamiento profesional los resultados son estupendos.

Espero que esta información te haya resultado útil.

Ana Merino Martín

Fisioterapeuta especialista en Uroginecología y Obstetricia